Crítica de 127 hours (127 horas)

Nota: 8,5/10

Aron Ralston es un joven apasionado por el alpinismo, en una de esas aventuras cuando piensa escalar el Canion Mont queda atrapado por una roca, con escasa agua y poco alimento se encontrará inesperadamente luchando por su sobrevivencia, antes que la muerte llegue a su vida.
Danny Boyle sabe lo que hace. Es un director que enchufa al espectador desde el primer minuto y procura mantenerlo así hasta el final. En 127 horas nos muestra una extraordinaria historia real contada con un pulso intenso y con un sello que paraliza y mantiene intrigado hasta la resolución del problema.

A pesar de que resulte una historia complicada de ver, no solo por lo asfixiante, sofocante y claustrofóbica que logra ser, sino por una que otra escena bastante grotesca y dura, este es un film que cava con maestría en la historia de un ser humano y mira con retrospectiva su vida, su pasado, sus alegrías, sus tristezas, su soledad, todo cuanto permita el tiempo que está atrapado allí recordar, lo consigue hacer.

Boyle se destaca en saber transmitir las emociones de una manera portentosa, especialmente al traer a la memoria los momentos pasados de la vida del protagonista, aunque a veces peque de exageración en una que otra escena imaginativa, y se vuelve ligeramente tediosa en ciertas tomas.

127 horas es un relato crudo sobre la sobrevivencia; ¿hasta dónde nos podemos aferrar para no perecer y seguir existiendo? Nos permite examinar qué pasaría si llegamos a conectar con una situación tal, ¿qué hemos hecho? ¿Dónde están los años invertidos de nuestra existencia? Una historia que puede parecer superficial, pero que esconde un enorme significado. Y todo esto se lo debemos, como ya dije, a la gran dirección de Boyle, y sobre todo a la inmensa interpretación de James Franco. Es Aron Ralston, y no solo él, sino cada uno de nosotros, porque al fin y al cabo somos nosotros luchando con una roca, somos cada uno envuelto en su soledad, así como Franco logra idealizar su personaje. Él sufre, se desespera, se emociona, recuerda, se exalta, suspira; cada gesto está marcado con una precisión extraordinaria, se entrega por completo a su caracterización y no defrauda (Sí, es la mejor actuación masculina de año que veo, nominación al Oscar segura y merecida aun sin ver a Colin Firth).

Añadido a este compendio está la música de A. Rahman que vuelve a colaborar con el director inglés tras es el éxito de Slumdog Millionaire y también el guion de Simon Beaufoy, muy destacado, sin muchos diálogos pero contundente y preciso. La hermosa fotografía de Enrique Chediak y Anthony Dod Mantle logra captar los bellos paisajes del lugar, convirtiendo las escenas únicas y especiales. La canción If I rise (Dido y A. R. Rahman) es hermosa y con un ritmo bien logrado, merecedora de una nominacion al Oscar.

Sin duda estamos ante una gran película, colmada de mucho suspenso, y poseedora de un excelente final (su liberación o redención) filmada con el objetivo de que nosotros también nos sintamos libres, de que palpemos con singularidad su rescate y chequeemos esa segunda oportunidad que la vida ofrece. Una historia impactante, bien dirigida y bien interpretada. No ha defraudado. Recomendada a todos.