lunes, 22 de julio de 2013

Crítica de Stoker (Lazos Perversos)

 


Nota: 7/10

La genética se encarga del estudio de la transmisión hereditaria que se hace de generación en generación, tanto de caracteres físicos como psicológicos. Mucha de ella (la genética) se habla en "Stoker", el último film de Par Chan-Wook (y su primero en ser realizado en territorio norteamericano), aunque no de manera explícita porque el director desea presentarlo sutilmente, pero al final llegamos a comprender que la sangre y esos lazos genéticos mucho juegan aquí.
Mia Wasikowska, una joven actriz que ya se ha ganado un pequeño espacio en la gran pantalla a fuerza de papeles que han explorado bastante una psicología interesante, como el que realizó en "The Kids are allright" siendo la hija de una pareja de lesbianas, o interpretando a la joven Jane Eyre en el film homónimo dirigido por Cary Fukunaga. El punto es que en esta ocasión vuelve a sumergirse en el que haya sido quizás su mayor reto interpretativo. Mia interpreta a India, una joven que en la víspera de su cumpleaños número 18 pierde a su padre en un accidente muy poco explicativo. En su padre, India encontraba a la persona que la entendía a la perfección, ya que desde muy chica aprendió el arte de la cacería junto a él siendo la persona más allegada a ella. Fallecido él no tiene a quien acudir ya que su madre (una resplandeciente Nicole Kidman) vive más interesada en otras cosas que en brindarle la debida importancia a su hija. En el funeral de su padre, aparece inesperadamente un tío que India desconocía, Charlie (Matthew Goode), quien planea quedarse un tiempo considerable en la casa que era de su hermano. 


"Stoker" mezcla el drama psicológico de matices profundos con una atmósfera incesante de intriga y terror. El resultado es cuanto menos atractivo. La película brilla porque Chan-Wook consigue crear con alto nivel de estilismo y una estética sensible y seductora una historia capaz de inyectar adrenalina en momentos claves, y sugerir a base de las escenas propuestas ideas y pensamientos retorcidos que cargan misterio, sensibilidad y un toque infalible de morbo. La película no se centra a hablar sobre el resurgir de una familia tras la muerte de un ser amado, por el contrario ese es el puntal para que se desate una tormenta incomprensible en un núcleo ahora formado por solo dos personas a las que se le agrega un ser misterioso. Habla del paso de la inocencia a algo más oscuro, tétrico quizás. 
"Stoker" es espeluznante porque provoca interrogantes y cuestiones diversas sobre sus personajes, llegando al punto de acabar en el horror y presenciar actos de violencia provocados por la demencia. No se nos cuenta algo novedoso pero Chan-Wook posee una visión extraordinaria del mundo, de un universo sesgado por lo mórbido y lo violento y aquí su talento se pone en evidencia una vez más. Pocas veces lo terrorífico fue retratado con tanto arte como en "Stoker", pero a veces eso no es suficiente y aunque el film posee escenas hermosas realizadas como si de orfebrería se tratase falla en el ritmo y sucumbe a un montaje fatigoso y algo exagerado.

Es interesante notar que la película llegados a un punto se basa de ahí en adelante en la relación de conectividad y afecto que se empieza a crear entre Charlie e India, en ambos se forja una especie de alianza que ellos no son posibles de comprender, pero que es entendido hacia el final cuando muchos secretos son descubiertos, y es entonces cuando muchos detalles (como el hecho de la cacería) toman sentido.
El problema del film lo encontramos en su guión, al que le falta solidez y además peca de obviedades recurriendo a flashback innecesarios cuando muchas cosas se intuyen por sí solas. Descuidó además el personaje de Evelyn Stoker (Nicole Kidman), la madre de India lo cual constituye un desacierto ya que en el film se le brinda una vital importancia y aunque Kidman logra salvar un personaje hundido del que difícilmente comprendemos su psicología, se nota que algo no encaja. Por el contrario se puede observar una creación más que justificada en los dos protagonistas principales de esta obra, refiriéndome a Charlie e India, en ellos sí se percibe un mayor trabajo de evolución. 



A fin de cuentas "Stoker" queda clavada como un puñal, como un obra artística de horror y erotismo dotada de una excelente puesta en escena y un reparto que cumple en sus roles. No tendrá la repercusión mundial ni será acogida por todos porque es un universo de difícil penetración, pero allí, mientras India toca suavemente alguna melodía en su piano, el film nos esperará gustoso para disfrutarlo.

jueves, 11 de julio de 2013

Nobody Knows (Nadie sabe), de Hirokazu Koreeda, 2004




Siempre he creído que el cine debe ser mucho más que un mero entretenimiento. Para mí, el cine es el portal que comunica emociones a distintos niveles, expresa ideas, refuta acciones, lanza críticas, es un espejo de la realidad, o bien de los deseos. Por eso cada vez que me encuentro con películas que buscan más allá de ofrecer un mero divertimento por unas cuantas horas, me detengo a observar las virtudes que en ella se encierran. Claro está que es fascinante descubrir un film capaz de entretener lo suficiente y entregar una excelente reflexión sea cual sea su tema; pero soy amante de ese cine que presenta la vida, su esencia, la cotidianidad de la misma, la sencillez que a veces desborda, o los difíciles y estremecedores hechos que también se producen. Sí, hoy en día existen creadores (directores o guionistas, o ambas cosas a la vez) capaces de ofrecer productos dignos de elogios porque transitan por la humanidad y entregan lo que contemplan de ella sin dar lugar a concesiones. Siempre me he considero un admirador de la reciente (o no tan reciente, vamos) frialdad europea. Austriacos, daneses, rumanos, directores del llamado Viejo Continente que nos han sacudido con historias sórdidas que retratan la dureza de la vida, y tocan temas de complicada disección pero el resultado casi siempre termina (al menos para mí) elogiable. En América Latina  nos encontramos con la ex-dupla Gutiérrez Iñárritu - Arriaga, que antes de su "divorcio por diferencia de intereses" nos brindó una trilogía magnífica sobre la muerte, la comunicación, la religión, el amor. Amores perros, 21 gramos y Babel nos ofrecían el lado de la vida más difícil de ver, más de una vez terminamos ahogados en la depresión porque la dureza de las historias eran transmitidas con mucho arte y mucho realismo. Pero Asia, ese continente de contrastes, también ha contado con grandes nombres tras las cámaras capaces de transmitir la sencillez y dureza de la vida misma. Uno de los contemporáneos es el propio Lee Chang-Dong (Poesía) y otro el que nos respeta en el post de hoy, Hirokazu Koreeda (Kiseki) que hace ya 9 años ofreció una de sus mejores obras, "Nobody Knows".


El film nos cuenta cómo una madre abandona a sus cuatro hijos (hijos de distintos padres) y encarga al mayor de ellos el cuidado de sus hermanos hasta que regrese. Deja un poco de dinero y luego se marcha. Los niños deberán enfrentarse a la vida dura que les tocará afrontar en su desamparo.
"Nobody Knows" desde el inicio anuncia que es un film basado en hechos reales pero sus personajes son ficticios. Desde ese instante muchos quizás puedan echarse para atrás, pero resulta que Koreeda sabe transmitir historias verídicas sin rozar lo absurdo o lo irritante de un asunto tan escabroso como el que esta cinta plantea. Lo cierto es que, "Nobody Knows" es un extraordinario relato sobre el desamparo y la soledad paternal, una película llena de poesía en su metraje y que presenta a su vez una difícil realidad en las sociedades contemporáneas. El film habla sobre la irresponsabilidad parental desde muchos aspectos: una madre que vive más para su novio que para su propia sangre y que para conservar el cuarto del edificio que rentan dos de los niños tienen que ingresar escondidos en las maletas de su madre; a eso se le suma el hecho que ninguno de los niños estudia en la escuela o colegio. Koreeda estudia a los personajes con una sutileza increíble: el mayor, Akira (interpretado magistralmente por Yûya Yagira) tiene el sueño de jugar béisbol pero eso se ve truncado por el temprano llamado a hacerse cargo de sus hermanos. Kioko por su parte (una de las hermanas) observa cómo pasa el tiempo y ve terminadas sus esperanzas de aprender a tocar el piano. Son niños a quienes se les arrebata la oportunidad de ser niños, de ir a la escuela, de disfrutar  de la vida, de hacer travesuras sin importar qué o quién  esté mirando. Deben permanecer en el anonimato, en las tinieblas, no existen para la sociedad, se les quita la identidad. Pero Koreeda no abusa del tratamiento ni cae en explicaciones sosas o melodramáticas, por el contrario todo fluye con un temple equilibrado y un ritmo, eso sí, muy pausado, lento pero elegante. Los niños no entienden qué está sucediendo porque viven de esperanzas, de sueños e ilusiones, que un día su madre regresará; no sufren porque tratan de aferrarse a esa magia que solo en la infancia es posible construir. Akira, quien ya no es niño, sino un adolescente ve forjada en él una constante evolución. Obligado a ser jefe de su hogar y vigilar por las cuentas, los gastos, las compras, etc., se cansa en determinado momento de ser un sirviente más y tratará de disfrutar su adolescencia como siempre lo quiso. Eso conducirá a problemas y poco a poco la relación con sus hermanos pasará a un segundo plano hasta que la vida nuevamente se encargue de hacerlo entrar en razón.



"Nobody Knows" duele por su realismo y por la franqueza de sus hechos. Nada suena a impostado, todo fluye con una naturalidad pasmosa. Hay empatía sí, con los personajes, por su entrega y el compromiso que los pequeños intérpretes ofrecen; ellos crean su propio mundo, su propia vida sin la guía o dirección de los padres, crean sus reglas, se ajustan a sus realidades, tratan de sobrevivir cómo pueden. Aun cuando se presentan los momentos difíciles siguen unidos y con esperanza, una sonrisa siempre está en el rostro de ellos (contrasta con las sensaciones que la audiencia experimentará al presenciar cómo poco a poco los suministros empiezan a escasear). Koreeda ofrece un bocado cinematográfico de altura que salpica el panorama actual (aun hoy es referencia) y expresa con efervescencia su crítica, sencilla pero con alma.

Acompañada de una melodía necesaria en momentos claves que aúnan y refuerzan el concepto de "poético" (siempre le doy una importancia vital a la música o a la no música en un film), "Nobody Knows" brilla por su idea, su planteamiento y el resultado final, comprometido siempre con la realidad, ajustado a hechos, quizás sin presentar a culpables en un 100%, pero que el público intuye y es quien dictamina la última palabra.
Un film precioso que hoy en día vale mucho.

martes, 2 de julio de 2013

Melodías de película: "Amélie" (Yann Tiersen)

Amélie nos presenta un París alegre, jovial, aventurero, mágico, como salido de la mejor colección de cuentos dignos de leerse para levantar el espíritu acongojado. Sí, el excelente largometraje de Jean-Pierre Jeunet consigue transportarnos mágicamente hacia una ciudad llena de luz, y lo hace con una fotografía excelsa (vaya que sí lo es), pero sobre todo a una partitura exquisita de Yann Tiersen en la que a través de sus notas llenas de optimismo se logra sacarnos alguna sonrisa mientras escuchamos la melodía. Yann Tiersen es un compositor francés que ha acomodado una exitosa carrera con tan solo 43 años por encima (tenía apenas 30 cuando compuso la melodía de la película que hoy hago referencia), un músico que nos ha privado de seguir escuchando su talento a través de bandas sonoras para films en los últimos años, pero reliquias como "Amélie" se atesoran en el corazón.
Piano y acordeón principalmente, pocas veces han sonado tan bien como aquí.
Mi selección particular de los mejore temas de la película.


J'y suis jamais allé

 

À quai

 

La Valse d'Amélie

 

 La Dispute

 

La Valse Des Monstres 

 
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