sábado, 23 de agosto de 2014

"Leonera", de Pablo Trapero. Las Cárceles en el cine.




Julia (Martina Gusman) es una joven acusada del asesinato de su novio. Aunque las circunstancias del crimen no están claras, acaba ingresando en prisión. Abatida y embarazada deberá adaptarse a su nueva vida en la cárcel, donde nacerá su hijo Tomás. 

Uno de los significados a la palabra "leonera" es el lugar donde se encierran a los leones. No en vano el director recurrió a este título para presentarnos la historia de Julia, una mujer que por cuestiones de la vida dará a luz a su hijo en una celda y luchará como una leona para defenderlo y protegerlo ante la sociedad. El realismo exasperante que se manifiesta en esta película argentina de la década pasada angustia a grandes niveles. 
"Leonera" es un crudo y realista relato, capaz de asombrar con una veracidad embriagadora, donde su protagonista realiza una sobresaliente interpretación. Trapero presenta sin trampas una historia fluida que se desarrolla magníficamente dando a luz uno de los mayores y universales sentimientos del mundo: el amor de una madre. Me encanta cómo su cámara no oferta un discurso manipulador o lacrimógeno, sino todo lo contrario, pese a contar una historia que da para ello. La película denuncia la calidad triste y desesperante que se hacía presente en muchas de las cárceles de mujeres en aquellos años, y quizás aun perduran, en el país vecino. Esta denuncia está manifestada con sobriedad, haciendo que cada acto esté argumentado a la perfección y que en su conjunto logre, más que emocionar, contemplar las injusticias vividas por mujeres que se deben a sus vástagos mientras cumplen una condena. Asfixia y deja perplejo el realismo de sus escenas y más aun la veracidad de sus interpretaciones.


Hay una intriga presente en la película sobre el proceso de descubrir si existe o no culpabilidad en la protagonista, lo cual al final queda como un hecho casi que irrelevante porque mientras existe el juicio, Julia ya ha padecido el tormento de una cárcel donde el contacto físico y constante con sus vecinas de celda es la única escapatoria para poder sobrevivir. Se percibe un hálito de solidaridad, un refugio entre las compañeras; el lenguaje carcelario nos es dado a conocer una vez más y sus códigos ocultos nos son presentados. Luego nacerá Tomás, quien se volverá en el único motor de Julia para tratar de sobrellevar el horror de hacer criar a su hijo en un lugar deplorable. Trapero intenta por todos los medios evitar los temas escabrosos, y saltarse cualquier maniqueo o sentimentalismo para producir desasosiego ante la denuncia presentada y sale airoso en su cometido, aun cuando su final nos enrolla más en sus cuestiones éticas y morales. 
"Leonera" quizás no es para todos los gustos, pero ejerce un tónico reflector sobre realidades desconocidas para muchos sobre los submundos de las prisiones. En medio de su aparatosa crudeza también hay un lugar para la alegría, la ternura y la amistad. Recomendada para amantes de los dramas sociales sobre todo. Sorprenderá a más de uno.
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