En Estación Central de Brasil hay un despliegue de emociones encontradas que son difíciles de sacar de la cabeza al finalizar su visionado. Retrata perfectamente una especie de aventura de dos seres totalmente diferentes pero tan iguales a la vez, cada uno abandonado a lo suyo y buscando solución a los problemas que rodean sus vidas.
Dora (Fernanda Montenegro) es una ex-maestra que se gana la vida escribiendo cartas que los analfabetos le dictan para enviarselas a alún conocido, pariente o familiar; el tiempo y la vida la han vuelto en una mujer solitaria y en extremo dura. Cuando una cliente muere atropellada, Dora se hará cargo de su niño, sin saber que emprenderá un viaje de emociones que la harán reflexionar y encontrarse nuevamente con su ser.
El film denota superficialmente varios problemas sociales que si bien no son perceptibles a la vista, analizándolos profundamente caemos en cuenta en esta verdad. En primer lugar, desde el inicio se va marcando uno de los problemas que más afecta a los países subdesarrollados: el analfabetismo. Desde allí encontramos una especie de denuncia; Dora se gana la vida escribiendo cartas que los remitentes esperan que sean entregadas al correo, siendo esta ex maestra jueza absoluta de quien debe recibir o no tal carta. Se recrea la vulnerabilidad de las personas ante un mal que aqueja a un país completo (aunque seguramente los niveles de alfabetismo han subido después de una década), ellos ingenuos y esperanzados, mientras Dora rígida y aparentemente sin sentimientos.
Tras esto encontramos otros puntos más: el abuso, la explotación infantil, la miseria. Todos estos retratados de manera que aúnan eficazmente el viaje emocional que realizan estos dos seres. Dora tratando de ayudar a un niño que busca a su padre, mientras esta experimenta la sensación de fracaso, de impotencia, vive los recuerdos de una infancia y adolescencia donde la figura paternal brillaba por la ausencia. En Josué, Dora encuentra una compañía: ¿O no es acaso una metáfora de la vida? ¿No estamos todos los seres necesitados de alguien que acompañe nuestro peregrinar durante el ajetreo diario? ¿O no necesitamos de vez en cuando darnos una escapada que consiga recorrer nuestra alma y volver a pensar en el maravilloso o tortuoso ayer? ¿O no somos los seres humanos como náufragos buscando salir de la apatía que encontramos cuando nos topamos sin salida en una isla?
La soledad había carcomido el corazón de Dora, pero la personalidad de Josué, un niño de fuerte carácter que balancea su debilidad interior la hace zambullirse a un manantial de emociones y sensaciones que poco o nunca había tenido.
En Estación Central de Brasil se nos habla de un amor filial sin que este exista explícitamente; una historia de ternura de aparente rigidez, que goza de momentos de tristeza y otros de alegría. Un encuentro de dos seres extraviados en la vida, que buscan algo en común sin que lo sepan ambos. Una aventura retratada de una manera que logra ser inolvidable. Y es que a lo largo de mi vida me he topado con maravillosas historias que me dejan helado tocando mi corazón, y esta se ha sumado a esta selecta lista porque reboza de plenitud emocional y cinematográfica.
Y qué decir de Fernanda Montenegro, que está magistral interpretando a esta dura profesora, denotando una verosimilitud excelente en sus gestos, diálogos y expresiones; notable en su transformación de apático corazón a sensible espíritu (el Oscar de aquel año era suyo y no de esa Paltrow, que pese a que está bien en Shakespeare in Love, no llega a transmitir todo lo que transmite Montenegro en su personaje). Igual de notable está Vinicious de Oliveira, que muestra dulzura y coraje en su interpretación, una actuación infantil que es para elogiar.
Spoiler*** El film tiene uno de los desenlaces mejor logrados en el cine: Dora decide dejar a Josué a cargo de sus hermanos mientras amanece; ella toma el bus y escribe una carta que le dedicará a él. Mientras Josué corre velozmente tratando de descifrar su paradero, Dora expresa todas sus emociones en esa carta, esperando que Josué nunca la olvide, como según ella muchos lo han hecho. Sencillamente sublime***
Estación Central de Brasil tiene una magnífica dirección. Walter Selles aprovecha de manera eficaz su entorno, expresando satisfactoriamente esta historia. La música se luce; pese a cuantiosas repeticiones, su melodía se hace hueco en la mente y con todo logra ser precisa cada vez que entra a escena. Exepcional.
En resumidas cuentas, esta es una película altamente recomendable. Intachable en muchos aspectos, ampliamente disfrutable y con un toque sublime de amor maternal.
Cabe decir que la película fue nominada a dos premios Oscar: Mejor pelicula en lengua extranjera y mejor actriz principal, siendo vencida por La vida es Bella en la primera categoria y por Gwyneth Paltrow en la segunda.
Cabe decir que la película fue nominada a dos premios Oscar: Mejor pelicula en lengua extranjera y mejor actriz principal, siendo vencida por La vida es Bella en la primera categoria y por Gwyneth Paltrow en la segunda.