Recapitulando el buen cine: El silencio de los corderos (1991)

La década de los 90 se la puede considerar como una de las que más derrochó brillantez en la cinematografía mundial. Ejemplos claros de buen cine se perfilaron durante los años que existió aquella década tan majestuosa. Títulos inolvidables como La lista de Shindler, Cadena perpetua, Pulp Fiction, Titanic, Salvar al soldado Ryan, American Beauty, entre otras, son una premisa clara que nos describe el buen cine que se vivió en aquella época. Pero fue un thriller a inicios de los noventa que desató una nueva concepción de suspenso e inteligencia sutil, bien formada, me refiero a El silencio de los corderos.



Se estrenó en 1991, basada en la novela homónima de Thomas Harris, escrita en 1988, secuela de El dragón rojo (1981), del mismo autor. La película trata sobre la búsqueda por parte del FBI al asesino en serie, apodado Buffalo Bill, que mata a sus víctimas, todas ellas adolescentes, después de prepararlas minuciosamente y arrancarles la piel. Para poder atraparlo contactan con Clarice Starling, una brillante licenciada universitaria, experta en conductas psicópatas, que aspira a formar parte del FBI. Siguiendo las instrucciones de su jefe, Jack Crawford, Clarice visita la cárcel de alta seguridad donde el gobierno mantiene encerrado a Hanibal Lecter, antiguo psicoanalista y asesino, dotado de una inteligencia superior a la normal. Su misión será intentar sacarle información sobre los patrones de conducta de "Buffalo Bill".

El silencio de los corderos se perfila como un thriller altamente inteligente. Una película atrapante, absorbente, misteriosa y deleitante. Consigue mostrar una historia meramente compleja en dos horas que transcurren prácticamente volando, pues el film posee buen ritmo, y goza de una estructura casi perfecta. El silencio de los corderos tiene el poder de penetrar profundamente en la mente del espectador con parlamentos sutiles, diálogos profundos, escenas memorables y momentos de tensión excelsos.

El suspenso es latente de forma constante, el misterio que se mezcla con escenas bien dramáticas (ayudado claro está de una edición excelente) combinan de una manera tal que logran enganchar, entretener y deleitar. Uno se puede sentar cómodo en su silla y disfrutar comprometido de un film que no defrauda en su objetivo y propósito.
Pese a que la película en su totalidad es una obra maestra, cabe recalcar que mucho de su éxito es debido a las magnánimas actuaciones de Hopkins, interpretando al Dr. Hannibal Lecter y Jodie Foster, quien da vida a Clarice Starling. Frases únicas e inolvidables proferidas por el Dr. Lecter son una cuota veraz del encantador e inteligente film que se disfruta *Me comí su hígado acompañado de habas y un buen Chianti* (inolvidable)*.

Tanto Foster como Hopkins se involucran de manera tal que no hay duda que son merecidísimos sus respectivos Oscar a las mejores interpretaciones del 1991. Y qué decir de un guion preciso y precioso y un apartado técnico eficaz. Jonathan Demme en su dirección también es de destacar, pues logra resarcir un film altamente poderoso tras una primera parte simplemente notable.

Un film intrigante, y lleno de arte. Una obra maestra absoluta. Difícil y a la vez amena; complicada pero eficiente. No hay duda que es un acierto total en el mundo del cine.
Hay tanto que hablar de este film, pero se los dejo a ustedes…

Ver la siguiente escena: una de mis favoritas en la cinematografia mundial.