Hay algo que me ata y atrae hacia las producciones que hablan o entrelazan vidas bajo un denominador común; y más aún quedo satisfecho cuando el resultado final es una gran cinta sobre la vida y sobre puntos a tener en cuenta dentro de un mundo tan caótico y casi desesperanzador. Esta es la temática de la última cinta del director sueco Lukas Moodysson en Mamut.
La película nos habla de la vida de varios seres humanos que viven en sus mundos, cargados, pesados, agobiados, indescifrables y monótonos. La pareja jóvenes de padres que empiezan a conocer lo que es la distancia cuando les falta el calor del otro; la madre filipina que trabaja incansablemente en los EEUU para dar un mejor futuro a sus hijos; la sociedad tailandesa y su cultura suburbana que demuestra los típicos problemas de cualquier país tercermundista, entre otros, son los parámetros principales en los que la trama se desenvuelve. ¿El resultado? Una bella película sobre la vida; sumerge al espectador otra vez en una temática complicada sobre la globalización; roza la esperanza y desesperanza a la vez y propone sentimientos fuertes y atractivos.
Ahora bien; muchos comparan a Mamut con la inmensa obra de arte Babel (del gran director mexicano Alejandro González Iñarritu), y aunque es cierto que hay comparaciones en ciertos puntos y se podría decir que el fin es el mismo, la obra del 2006 es ampliamente superior, a pesar de las particularidades diferenciables que existen entre un film y el otro. Mamut no cuenta con la fuerza necesaria que debería contar, queda corta. Las actuaciones son correctas, no hay alguna que sobresalga del resto (Williams tal vez sea un poco más solvente que el resto del elenco), pero los más destacados son los niños Sophie Nyweide y Jan David G. Nicdao que con sus jóvenes personajes consiguen transmitir emociones fuertes y bien ejecutadas. La música es fría y distante, un punto desfavorable, considerando que este film es con tinte dramático; y otro de los grandes problemas es que el final se vuelve muy previsible, mientras transcurren los minutos.
La película nos habla de la vida de varios seres humanos que viven en sus mundos, cargados, pesados, agobiados, indescifrables y monótonos. La pareja jóvenes de padres que empiezan a conocer lo que es la distancia cuando les falta el calor del otro; la madre filipina que trabaja incansablemente en los EEUU para dar un mejor futuro a sus hijos; la sociedad tailandesa y su cultura suburbana que demuestra los típicos problemas de cualquier país tercermundista, entre otros, son los parámetros principales en los que la trama se desenvuelve. ¿El resultado? Una bella película sobre la vida; sumerge al espectador otra vez en una temática complicada sobre la globalización; roza la esperanza y desesperanza a la vez y propone sentimientos fuertes y atractivos.
Ahora bien; muchos comparan a Mamut con la inmensa obra de arte Babel (del gran director mexicano Alejandro González Iñarritu), y aunque es cierto que hay comparaciones en ciertos puntos y se podría decir que el fin es el mismo, la obra del 2006 es ampliamente superior, a pesar de las particularidades diferenciables que existen entre un film y el otro. Mamut no cuenta con la fuerza necesaria que debería contar, queda corta. Las actuaciones son correctas, no hay alguna que sobresalga del resto (Williams tal vez sea un poco más solvente que el resto del elenco), pero los más destacados son los niños Sophie Nyweide y Jan David G. Nicdao que con sus jóvenes personajes consiguen transmitir emociones fuertes y bien ejecutadas. La música es fría y distante, un punto desfavorable, considerando que este film es con tinte dramático; y otro de los grandes problemas es que el final se vuelve muy previsible, mientras transcurren los minutos.
Mamut cuenta con grandes escenas de conmoción, pero el clímax no llega con la fuerza que debiera; hay escenas como la del basurero en Tailandia donde se pone muy dramática la cinta al igual que en la escena donde se da la operación de Anthony; y otras que son algo vagas y un poco insipientes. Uno de los problemas es la poca profundidad de ciertos personajes (como el de la empleada filipina) los cuales se pudieron haber aprovechado más las emociones y así lograr mayor contacto con el espectador. La puesta en escena está bien hecha (amo los primeros planos de este director), y el guion es ligeramente notable.
En fin es una película amena, disfrutable, que muestra las realidades desde otro ámbito, pero guardando el cine en su estado puro.
En fin es una película amena, disfrutable, que muestra las realidades desde otro ámbito, pero guardando el cine en su estado puro.
Lo mejor.- La dirección de Lukas Moodysson (especialmente los primeros planos) y las jóvenes promesas: Sophie Nyweide y Jan David G. Nicdao.
Lo peor.- Su previsibilidad, y la música (salvo ciertos temas).
Buena reseña, pues, por lo general a mí la película no me convencio para nada, si tuviera que salvar algo sería el trabajo de Michelle Williams y como recalcas tú las interpretaciones de los niños y esos primeros planos bastantes logrados.
ResponderEliminarTanti Saluti!!!