Crítica de Shame

Nota: 9/10

Era una de las películas que más esperaba para visionar en este año, la temática, el director, el protagonista y ese tráiler tan espectacular que se pudo ver con anticipación daban ganas de verla de inmediato. El resultado no defraudó.

Brandon (Michael Fassbender) es un treintañero neoyorquino con serios problemas para controlar y disfrutar de su vida sexual. Se pasa el día viendo páginas pornográficas y manteniendo contactos con solteras de Manhattan, un día su hermana lo visitará y desde entonces muchas cosas cambiarán en la vida de Brandon.

Brandon lo tiene todo: es guapo, exitoso, vive en un lujoso departamento en Nueva York, la vida parece sonreirle, y es allí cuando me decanto un mundo por estas antítesis que vemos en los dramas, donde lo uno esconde lo otro. Detrás de toda esta aparente sofisticación se encierra algo que es realmente vergonzoso para un hombre como él: es adicto al sexo, y lo mantiene muy oculto.

Shame es brutal, no es fácil explicarla con palabras. Una película que sacude al espectador desde el primer momento y desnuda los instintos más pecaminosos del ser humano. Shame es una odisea de emociones desde su primer instante, consigue impregnar de un ambiente algo perturbador y melancólico el metraje zambulléndonos en el devenir diario de un hombre al que poco poco vamos conociendo y enterándonos de sus problemas: una adicción al sexo que lo acorrala.

Shame devasta por el hecho de mostrar el lado más oscuro y salvaje de un problema que es imposible evadir por las propias fuerzas o determinación. Un desgarrador retrato de un hombre (Brandon) que padece, sufre, se inquieta, y vive en un completo caos; la vergüenza lo persigue, es incapaz de iniciar una relación formal temiendo que todo se vaya a pique, que su instinto insano provoque repulsión de los demás. Sabe que necesita ayuda, pero no se puede controlar.

Shame no utiliza el mero hecho sexual para ganar adeptos, sino que este planteamiento agiliza la labor del director en mostrar la parte más dañina de una persona y cómo en ocasiones se vuelve irreversible. El descenso a los infiernos de el protagonista está narrado con tanto acierto que nos arrastra por completo a experimentar su angustia.

La película es un drama psicológico exacto, no se detiene en ningún momento y cada escena está lograda con la precisión que requiere.

En esta impecable realización queda claro que ha sido muy injusta la no nominación de Michael Fassbender como mejor actor protagonista y la de Carey Mulligan, que interpreta a su hermana (la cual tiene un peso importante en la cinta). El guión de McQueen también es superior y su dirección fantástica. Y por supuesto su banda sonora consigue atraer de manera eficaz la puesta en escena, haciendola efectiva (*** ver las escenas finales y el comienzo donde la utilización musical es impecable y justísima***)

Una película que no será de fácil visionado para muchos, tal vez por la dureza de ciertas escenas, porque el director no titubea en mostrar las cosas tal cual son; dificil de digerir y dificil de ver dos veces. Una gran película que nos deja la cosecha del 2011.

P.D: Os dais cuenta que últimamente he venido reseñando solo buenas películas? Dejemos las no tan buenas para después! :D